sábado, 21 de julio de 2007

Desesperado, tratás cual Bulldog en celo de aproximarte a su anatomía, lo cual hacés, pegándote a su espalda cual koala a su madre. Ella te mira bastante mal, y agarra su cartera como si fueras a robarle. Te das cuenta de que metiste la pata, y le pedís disculpas. Le comentás que casi te caés, porque hay tanta gente que no tenés de donde agarrarte. Ella te sigue mirando como si fueras Hannibal Lecter, y, para colmo, cuando tratás de alejarte un poco le enganchás el pelo con el botón de la manga del saco, tironeándoselo. Asustada y confundida, comienza a gritar como loca, creyendo que encima de robarle querés abusar de ella.

Sin ni siquiera darte vos cuenta, ella saca un aerosol de seguridad, y te rocía en tus retinas la olorosa y picante fragancia del ajo. Ciego y dolorido, tratás de recuperarte, pero cuando te querés acordar están llegando al andén, en donde te está esperando el personal de seguridad del subterráneo, alertado de tu mal comportamiento por un buen samaritano que usó su celular para tal fin.

Cuando el asunto se aclara, a las dos de la tarde del miércoles, te das cuenta de que, aparte de baboso, sos.... ¡¡Un boludo!!

VOLVER A FILOSOFANDO...